18.5.25

Cómo seguir

Me quedé con una de tus fotos sonriendo. Me la traje en un bolso con otras cosas. La casa. Despacio te prometo que la pondré en condiciones para cuando vuelva el hombre de los ojitos que cada vez se abren menos. Por acá las cosas van como suelen ir en este plano. Siempre hay un pero, sin embargo no me puedo quejar de los chicos. Ayer llevó L la guitarra, con B y mientras M miraba y lo acariciaba, le cantamos desde Luna Tucumana hasta La Distancia. Abrió un ojo cuando vino cada uno de ellos. Abrió otro, pero menos, cuando aparecí yo. S, que está desde hace dos días, estaba resignada. Le entró, con la lluvia, agua a su casa. No le pasaba desde 2013 o 2014, dijo, aquellos años que vos ya sabés, toda aquella parva de tiempo que es mejor dejar en el olvido. Le pregunté a B cómo fue verte ir. Le dije que nunca vi a nadie irse así tan de cerca, sino de un poco más lejos. B me dijo que es como ver a alguien que sostiene una garrafa y hace fuerza, hasta que no puede más y deja todo aquel peso que caiga contra el suelo, y ahí también es que va a parar quien hasta hacía segundos lo sostenía todo. Como un derrumbe, más le dije que le pregunté. Algo así, me dijo. Como un corte de luz. B no intentó mayores descripciones. No, dijo, como un corte de luz no. Es otra cosa.

Sabés que trato de escribir, de matar el tiempo, porque no es hora de bajar la guardia, porque está él aún, ahí, y están los chicos, lo sé, lo sé, pero ya no son chicos, ma, ya están grandes. ¿En qué momento resolví llamarte ma o mami y no mamá? Porque eso fue de chico y sé que no derivó de una imposición de tu parte.

Anoche con I encontramos un dispositivo de esos que no se encuentran más, un pasador portátil de diapositivas. Le dije guardalo, escondelo, ya cuando sea el tiempo de hallar las diapositivas de Salta, Jujuy, Bolivia y Perú, lo vamos a necesitar. El otro, el grande, creo que está en la baulera.

Qué se extraña, además de tu última caricia medio descoordinada sobre mi pelo. Qué si ya la cabeza te iba y venía, si los últimos años fueron una lucha continua entre vos y yo para ver cómo se lo cuidaba a él, si siempre por debajo me mandabas que ahí hacía falta un hombre. En la casa. Y lógico, que fuera yo. Qué se extraña. Te juro que todavía no lo quiero ni ver. Ya sabés, no puedo cancherear con los estados de ánimo. Pero supongo que se extraña aquello que ya no me podías dar los últimos años. Una palabra, un consejo, algún tipo de sosiego. Sí ahora mismo te digo extraño cuando te creías mis chistes, cuando como una criatura entrabas en cualquier barbaridad que te inventaba, era mi forma de hacer contacto. También me acuerdo cuando te conté lo que me pasó en octubre y que lo había callado. Temí que te murieras por mi culpa.

Carajo, estos días son los del inicio de otra historia y de otra vida, no entiendo muy bien ya de qué se trata nada. Se supone que a cierta edad uno debe tener todo más o menos en orden, digerido. Pero no. Mi cuerpo no es el del chico que andaba en bici por toda la manzana, no es tampoco el que vestías de escolar para ir al jardín ahí en Sucre, pero mi psiquis es más bien eso y, a la vez, anda aterrada por todos los hechos sucedidos que mira desde el pasado con el disfraz de un hombre grande. Allá en el pasado algunas cosas las llegué a imaginar, la muerte, por ejemplo. Pero no tantos puntos de giro, no tanto dolor y tanta sorpresa y justicia poética de vez en cuando y que, a la larga, no le reporta a nadie. El dolor de acá, de ahora, se resume en lo que acabo de escribir, sí. En mi psiquis de tres o cuatro años aterrada en el pasado por todos los hechos que le pasarán al hombre grande que todavía no soy ahí, en el barrio de Belgrano, pero que ya soy acá, disfrazado de una forma ridícula con esta cara y estas facciones, apurando esto que ya no sé para dónde se disparará y sólo sabiendo que tengo que terminar de escribir para tomar un mate y hacer de cuenta de que hoy comí, aunque la verdad es que no me pasaron más que dos galletas de agua, de esas sin sal, que ya sabés, son las que como, si las como.

Cómo seguir. No lo sé. ¿Alguien lo sabe? Supongo que no. Vos quedate tranquila que B hoy estuvo conmigo. Fuimos al chino. Fuimos a buscar unas zapatillas pero estaba todo cerrado. Volvimos. Le preparé de comer. Y en un rato viene I en auto, a buscarlo. Para cuando venga y se lo lleve prometo dormirme pronto. De verdad. Te quiero mucho, te lo dije, tuve suerte en eso. Igual tengo unas ganas de putear que no te las puedo describir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario