Equis está más calmo.
Yo pude traerme a la mayoría de mi descendencia por unos pocos días. Se bajó una parada antes, pero llegó bien. La mayoría. De. Mi. Descendencia. La busqué en bicicleta.
Antes la bordeadora (o desmalezadora a dos tiempos o como la quieran llamar) me funcionó lo suficiente hasta que la burbuja que ceba el combustible se rajó. Le hablé al Osteópata, deberemos llevar a cambiar ese repuesto. Lo pago yo, le dije. Dejate de joder, me dijo.
Mientras destrozaba yuyos, la vecina me pidió si le hacía el favor de hacer lo propio con parte de lo que es su propiedad. Creo que la miré mal, de todos modos cumplí. Me tiene un poco cansado esa mujer. Le rescaté ya un gato. Le corté cañas. No sé qué más quiere.
A veces extraño lugares donde no estoy. Recién conversábamos con Mayor de Tijuana, de las playas. Es un ejemplo. A Mayor le di para que hojee un libro que va de Teotihuacán a los aztecas. Es un chico que siempre se interesó mucho por la historia. La historia, a su entender, es el mejor género literario. Tiene mucha razón.
De todos modos a mí se me da por leer otras cosas con mayor frecuencia.
De Cuando ya no importe continué con la relectura de la primera de Onetti, El pozo. De un saque la acabé, un poco entonado por vino barato. Nada pasa en El pozo y eso, sin embargo, resulta fundamental y paradójico, pues ocurre de todo.
Creo que debería armar una editorial de novelas cortas. El problema cuando pienso estas cosas redunda en lo mismo: ¿y el tiempo, y el dinero empeñado? Si algo detesto de ciertas editoriales independientes es que el pobre escritor deba además pagarse la impresión.
Una sola vez lo hice pero me ocupé de tener a la mayoría de la tirada vendida a tiempo. Y de utilizar ese libro para escribir otros libros como escritor fantasma. Me brindó un año de trabajo poco luego. Para un político mediocre, para un anciano venerable.
Sé que escribo libros "literarios" para conseguir más trabajo de escritor fantasma. Y para que mi gimnasio de lectura y escritura posea algún laurel estúpido en el que se fijen mis discípulos nomás para que me respeten.
La gente tiende a ser estúpida.
Esto que escribo son mis memorias. Porque un hombre debe escribir la historia de su vida al llegar a los cuarenta años, sobre todo si le sucedieron cosas interesantes. Lo leí no sé dónde. Es cierto que no sé escribir, pero escribo de mí mismo.
Ayer medité que nunca tuve a una Idea Vilariño. Una macana. O no, según el punto de vista desde donde se lo mire.
Una carne que me costó los pies me grita desde horno. Mi descendencia debe comer carne vacuna. Yo ya puedo prescindir de esas delicias turcas. Pero no ellos, mis hijos.
Venía durmiendo mal. Desde que ellos llegaron una parada antes al lugar más o menos apartado donde vivo, descanso mucho mejor. Ayer hasta les bailé.
No hay más tiempo. Chilla la carne, gimen las papas. Lo que he gastado me tendrá a arroz el próximo mes. No me arrepiento.
Onetti supongo que es el escritor que más me gustó leer siempre.
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