Escucho una guitarra criolla que reproduce una melodía no sé si también criolla. O clásica. O española. Se corta la comunicación. Vuelvo a llamar. Quiero un turno de resonancia magnética nuclear, obligaciones filiales. En resonador abierto, por favor, pienso decir.
Ya no hay música. Todo se hace por teléfono o por internet. Los ancianos fueron excluidos del mundo. A mí ni a usted ni a nadie nos falta mucho para ser un anciano. Tampoco para la segura muerte. ¿De qué se puede presumir?
Realizo el tercer intento de llamado.
Opción cuatro.
Luciana.
(¿Cómo será Luciana?).
Hubo una novia que se llamó Luciana. Hubo una chica que me gustaba mucho hace dos o tres siglos con el mismo nombre. Hubo alguna más.
Luciana me da un número para enviarle la orden por WhatsApp. Podría cambiar mi foto de perfil antes de enviarle la orden. Pero no tengo buenas fotos mías. No me gusto. Mejor dejar la imagen del camino que a ninguna parte conduce. Antes que no gustarme, desconfío de publicar mi imagen, cada vez publico menos mi imagen en internet. Creo que ello representa un peligro día tras día mayor.
Debajo de la orden escribí, como ella me ordenó, "Para Luciana".
Con mi ex oficial me estoy llevando demasiado bien como para que esto no sea el inicio del Apocalipsis o, al menos, el principio de un nuevo ciclo donde paso a ser El Señor Presta Oídos. No lo hago con cualquiera. No lo hago con ninguna ex. Realizo la excepción con ella porque con ella tuvimos hijos. Por respeto a ella y a mis hijos.
Aguardo a que Luciana me responda por WhatsApp. Me quieren sacar las muelas de juicio, las inferiores. Una carnicería. Los análisis de sangre y orina me dieron bien. El médico me dijo que tengo los glóbulos blancos siempre elevados, pero que así es probable que termine mi vida.
-Nada serio -dijo-. ¿Sigue fumando?
-Cigarros armados. Le juro que fumo muchísimo menos -le dije.
Ayer fui grosero con una operadora de una tarjeta de crédito. (Obligaciones filiales. No era con ella).
-Ustedes son el monumento a la usura y vos no podés ser un robot, dame tu nombre.
-No se lo puedo dar, señor.
-Dame tu nombre o pasame con quien carajo no actúe como un robot.
-Solo le puedo decir que soy la Asesora A416.
-Te convirtieron en un robot.
-...
-No es tu culpa. Pero te convirtieron en un miserable robot. Te paso con Equis, pero si le llega a pasar algo, te juro que no paro hasta encontrarte a vos y a todos los que sean necesarios.
-No puedo esperar más de un minuto.
-Vas a esperar lo que sea necesario, me lo estás haciendo levantar y Equis está enfermo, delicado.
Estuve nominado como finalista en un concurso por un libro de relatos. Éramos seis. Quedó uno. No fui yo. Un rato imaginé levantar el trofeo. Solo un rato.
Luciana no responde.
Las Lucianas por lo general se hacen desear.
Mi ex oficial teme perder el trabajo. Le dije que se quede tranquila. Que nadie sabe qué sucederá. Antes miré el video de un exorcista de verdad, autorizado por obispo y Vaticano. El diablo existe. No sé si ya lo apunté en estos días. Supongo que fue en mi Twitter, donde soy una perra negra con ojos luminosos y verdes.
¿Para quién escribo esto? ¿Para quién alguna vez escribí algo?
Luciana.
No demoró demasiado en contestar.
No me animé a invitarla a salir.
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