14.10.25

Leones

Terminé El Adversario, de EC, quedará como el libro que leía mientras mi padre partía de este mundo. Este no debe ser un diario. Y no debo hablar de la muerte, que es un hecho privadísimo.

Un seguidor que no conozco y que supongo que puede ser mujer (y su nombre apócrifo) me envió por una red social una reflexión sobre la necesidad de la muerte entre los leones: dijo más o menos que los leones se comen a sus crías para mantener en celo a sus hembras, a las vez que descartan a aquellas que se hacen viejas (y estériles, agrego yo).

Un amigo me habló de la muerte en términos de reciclaje. Sería esta última una idea ecológica del final de todos, donde con el último suspiro se inicia un proceso de cambio inexorable donde todo muta hasta que aquel que expiró por última vez es olvidado para siempre. Lo que vendría a ser muy bueno para que el futuro exista y se conserve, como el celo de la leona joven.

Me veo muchas veces como un personaje de Mario Levrero en una de sus novelas, creo, de su Trilogía involuntaria, ese que vive de rentas.

¿Viviré de rentas en el futuro?

¿Dejaré de escribir no sólo afantasmado sino también los libros que aún guardo en computadoras, nubes, cuadernos, y todo aquello otro que aún no salió y que necesito sacar?

¿A quién le importa, llegado un punto, que yo escriba o deje de escribir?

Alguien más que prefiero dejar en la reserva me envió un video con un monólogo de Diane Keaton, que murió este 11 de octubre de 2025, donde la actriz, en tren de escritora, se encuentra trabada porque la idea de la muerte la ha invadido y ya nada, con la omnipresencia de la noción de ser mortal, tiene un sentido.

Es lo que trabajo en terapia, puesto que sufro de esa falta de negación sana, y es muy cierto, sólo escribo cuando me olvido un poco del apremio que supone que tarde o temprano me he de morir.

(Otra persona me reclamó un libro. Yo robo libros. Jamás los devuelvo).

En la tv estoy colgado del cable, la Selección le gana a Puerto Rico 3 a 0. Un embole. Es el primer partido de la Selección que miro sin mi padre en vida.

Ha habido en este año un sinfín de cosas que he hecho sin ya mis padres en vida. Sin madre y sin padre. Y es un poco inclasificable mirar hacia arriba y ya no tener a nadie.

Me repito, creo. Tengo unos cinco, seis libros, sin que hayan visto la luz. Como embriones congelados, maltrechos, acaso no aptos para progresar dentro de un útero.

Esto no debe ser un diario.

Había encontrado en estos días de tirar libros y papeles y fotos un libro sobre el comportamiento de los leones. Creí guardarlo. Lo busqué antes de sentarme a escribir esto. No lo encontré.

La Selección sigue ganando. Un león se devora a sus crías. Una leona vieja es descartada en la sabana.

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