No debo beber más alcohol, ni siquiera cerveza. Me dificulta las mañanas.
Regresé de lo que fue mi hogar (desde la mitad de la infancia hasta que me fui de ahí) llevado por uno de mis hijos y, tras despedirnos, me dirigí al chino, donde sólo hay dos o tres chinas. Compré:
Huevos.
Queso sin sal.
Dos latas grandes de Brahma.
En la cocina metí en el horno berenjenas con tomate, ajo, otros condimentos, salsa de tomate, el mentado queso, y a todo le eché un huevo. Ínterin bebí las latas de cerveza, tomé mis narcóticos, los narcóticos se fundieron con el alcohol, se hicieron las 3 AM y me levanté convencido de que no podría dormirme en lo sucesivo.
No obstante lo logré.
Pero con pesadillas:
1) Me quedo sin dinero.
2) Llega el día de la madre y ya no tengo madre.
3) Corro desnudo en un campo y a nadie le importa.
4) Otra vez me quedo sin dinero ni libros que me encargan para escribir como un fantasma...
Ya puedo meter un etcétera.
Me traje de lo que fue mi hogar dos cajas de diapositivas. Vi en una a mi padre haciéndose el gracioso más joven que lo que hoy soy yo, pero como yo hasta ahora mismo suelo hacerme el gracioso, aunque más feliz, él.
Papá entre una amiga y mi madre, los tres jóvenes, calculo que en una casa de Mar del Plata que jamás conocí y que perteneció a la familia. Punta Mogotes.
Mamá ríe bajando la cabeza y mira su Agfa que ya está en poder de mi hija.
Papá algo les dice a los dos torciendo la cara.
La amiga de mamá también sonríe, es alemana. Llegó, clase 1939 o 1940, tras la segunda guerra mundial de la región del Mosela.
Me traje esas dos cajas y por primera vez pensé en lo felices que aquellos ancianos que murieron este año harían el amor más de medio siglo atrás, noche tras noche, convencidos de que jamás podrían ser padres, puesto que aún no había llegado "el anunciado", "el primogénito", "el que debía hacer todas las cosas bien", "el que les falló".
Y también me traje un librito que, en verdad, es un brochure, pero tampoco eso. Se titula "Sobre leones y seres humanos", y tiene ya una falla, le ponen punto a este título, y en la portada hay un león macho con su melena peinada hacia atrás. Pero de lo que menos habla es del comportamiento que nos asocia con los leones.
Se trata de folletería comercial elegante, en resumidas cuentas, del Bank Leu, que ya no existe, que se fusionó creo que en la década de 1990, y que fue fundado en 1875. Datos anodinos. Que sobran.
Pero es que trato de buscar elementos que justifiquen este último hallazgo. De hecho, me traje este volumen pequeño, que creía haber perdido, creyendo que podría servirme y que, en tal caso, entrecruzaría con mi Diccionario de Símbolos de Chevalier y Gheerbrant, más aquel otro de la Biblia editado por Herder.
Trato de buscar conexiones para matar estos días donde me pongo triste. Estas mañanas de resaca, tras visitar tan seguido un lugar que es mi pasado y también el tren fantasma. Trato de vivir después de un año poco amigable.
Leo, y siento la frustración en cada palabra:
"Sobre el pasado, el presente y el futuro. Sobre el contacto humano y las conexiones globales. Sobre una percepción algo diferente en Banca Privada. Y sobre lo que usted puede esperar de nosotros. Bienvenido a Banca Privada. Bienvenido a Bank Leu".
Acaso lo más importante para contrastar con Chevalier y Gheerbrant sea esta frase cargada de algún adjetivo inútil:
"La irresistible atracción que ejerce el león sobre el hombre se ha venido manifestando de las más diversas formas. Allí donde se mire, los leones desempeñan papeles principales, ya sea como esfinge del Antiguo Egipto, simbolizado con cuerpo de león y cabeza humana, león alado veneciano de San Marcos -que sé por Carrère que era el secretario de Pedro-, símbolo de la ciudad de Zúrich (...). Quién sabe, quizás también le estamos poniendo en estos instantes sobre la pista del león; un nuevo y muy particular león del que está a punto de descubrir sus cualidades".
En la calle de Alcalá, recuerdo, se encuentra el edificio del Banco de España, y hay leones. Y también por ahí cerca el carro de Cibeles es tirado por dos leones.
Agrego: en muchas casas de Ingeniero Maschwitz (o, a lo menos, en una que ya tiraron abajo), disponer leones de material a la entrada de la propiedad suponía cierto prestigio.
Mi padre era de Leo. Pero es una coincidencia inútil.
Mi padre no devoró a sus cachorros para mantener en celo a mi madre. Tampoco la rechazó cuando ya estuvo estéril.
De chico miraba la serie Daktari, donde acaso el protagonista que más recuerdo es Clarence, el león bizco. Por ese defecto, mi vaga memoria lo hace un medio león, un león incompleto.
(En la medida en que crecí y fui sacando malas notas en el boletín de expectativas que armaron mis padres desde que nací, cada vez me sentí más Clarence, o dicho mejor, más poco hombre, ser humano a medias, bípedo con fallas de origen. Pero este mi yeite freudiano, uno de mis traumas, y no debo cargarlos a ellos, los difuntos, con todo; el pasado debe ser prendido fuego, y el fuego servir de perdón de cualquier daño que haya sido olvidado en un rincón de mi cabeza. Debo barrer con todo, es lo único que sé).
En cuanto a "Leu", según veo en mi pobre investigación, leo que sí, que significa "león", pero en rumano (debería manejar idiomas) y, al parecer, es la moneda de Moldavia. Luego, sólo hay un tal Johann Jakob Leu (1689-1768), quien, en 1755, inició su actividad como banquero, "con un capital de 100.000 guiden -si leo mal, es mi presbicia-, donado por el Estado".
De nada me sirve todo esto.
Como de nada beber alcohol.
Apenas todo me recuerda a un lugar común que supe decir sobre estos últimos cinco años referidos a mi padre:
Que era un león herido.
Un león enfermo, peor que bizco.
Un animal feroz al que le habían arrancado las garras y los colmillos.
(Lo de mi madre fue distinto, partió en muy pocos días, en demasiados pocos días).
Sin embargo, ni escribir de una sentada estas cosas me sustrae del desánimo.
Hay un león, hay diapositivas, hay dos ancianos que fueron jóvenes y desnudos se amaban. Y existe un milagro, el primogénito, un Cristo que hará todo al revés. Que cegará a los que ven, que postrará a los que caminan y que hará más putas a las putas.
Hay todo eso y la certidumbre de estar metido dentro de una vida equivocada.
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