21.12.14

Fiesta en el loquero

Llegó nomás la hora. Hay empanadas, pizza, coca, 7up. Todo el staff engalanado. Una de las directoras me preguntó cómo estaba. Respondí que no muy bien. Me contestó que me comprendía. Me quiero ir desde el primer día. Pero no sé adónde ir. Desconozco cómo sigue mi vida, me desconozco. Pusieron música. Sonaron algunos temas románticos. Me hicieron mal, muy mal. Ahora se suceden otros festivos, me ponen de igual ánimo. Antes, un año y medio antes, era yo. Desde hace un año y medio no soy yo. Vacié mi ser en mi "Familia Ingalls". Todo salió mal. Todo me salió mal. Quise una familia. La tuve. La perdí. Acoso con el WhatsApp a mi hermana. Le digo que no soporto más esto. Ella me dice que tengo que buscar recursos. Uno de los recursos es de vuelta la escritura en este blog. Para que puesto en palabras todo pueda sonar a una ficción. Necesito ficcionalizar mi realidad, hacer de cuenta que no existe, que es un invento. Una mentira onettiana. Un cuento chino. Aquí escribo, encerrado en mi cuarto. Abajo todavía siguen los festejos. Yo no tengo qué festejar. Nada. La salud, el dinero y el amor se me escaparon de las manos un año y medio atrás. Y me vuelvo a preguntar, ¿adónde irme luego de esto? ¿Al departamento que me prestan? ¿A lo de mis ancianos padres? ¿Qué hacer con mi vida? me pregunto en esta fiesta en el loquero. ¿Qué dirección tomar? Mi hermana me suplica que busque más recursos, que me cure, que dé los primeros pasos de esa sucesión ya escrita de "salud, dinero y amor". Quizá esa sea una llave en esta vida, tener salud para contar con todo lo demás. Pero desconfío de las llaves y de la vida. No puedo confiar en algo que me arrancó de cuajo de mi lugar en el mundo. ¿Me tendré que armar otro? ¿Dónde? ¿Solo? ¿Acompañado? ¿Acompañado por quién?

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