Cielo (o La ballena enferma)
I believe the whale got sick.
That's why I have this blues.
JB Lenoir
Pero Jonás se llevó un gran disgusto y se enojó. Y oró al Señor,
diciendo:
--¡Ah, Señor! ¿No era esto lo que yo me decía cuando aún estaba en
mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque sabía que Tú eres el
Dios clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en misericordia, y que te
dueles del mal. Ahora, Señor, te suplico, quítame la vida: más me vale morir
que vivir.
El Señor le respondió:
--¿Te vale más enojarte?
Jonás salió de la ciudad y se detuvo a levante de la ciudad. Allí
se hizo una cabaña, y se sentó debajo, a la sombra, a la espera de lo que
sucediese en la ciudad. El Señor Dios dispuso que un ricino creciera por encima
de Jonás para darle sombra en la cabeza y librarlo de su malestar. Jonás sintió
gran dicha por aquel ricino.
Pero el Señor dispuso que al rayar la aurora, al día siguiente, un
gusano atacara el ricino, que se secó. Y, al brillar el sol, Dios dispuso un
viento solano sofocante, y pegó el sol en la cabeza de Jonás, que se
desvaneció. Entonces pidió morirse, y decía:
--Más me vale morir que vivir.
Respondió Dios a Jonás:
--¿Te parece bien enojarte por un ricino?
Y contestó:
--Me parece bien enojarme hasta morir.
Replicó el Señor:
--Tú te apiadas del ricino, por el que no te has pasado fatiga
alguna, ni le has hecho crecer, que una noche ha nacido y una noche ha
perecido. Pues Yo, ¿no he de apiadarme de Nínive, la gran ciudad, en la que hay
muchos más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir entre su
derecha y su izquierda, e innumerables animales?
(Jonás, 4).
No hay comentarios:
Publicar un comentario