17.4.13
s/t
La utilidad de mi casilla de correo electrónico es relativa, depende de sus destinatarios. O es condicionada por ellos. Lo importante, lo valioso de mi casilla de correo electrónico, es su capacidad de archivo. Cualquier servicio decente lo hace en la actualidad y cada vez el espacio supongo que será mayor, hasta que asuma definitivamente el poder el príncipe de este mundo -que gobierna en las sombras- y nos haga pagar para recuperar nuestras preciadas casillas. Pero mientras así no suceda, ahí tengo una serie de idas y vueltas epistolares, amistades -debo a estas alturas decirlo- mucho más reales que aquellas que sostengo en "lo real", relaciones sexuales harto más intensas que las pedestres, intercambios amorosos e incluso peleas y trompadas que nada tienen que envidiarle a aquellas otras especies que, en las apariencias, presumen de una condición de realidad de la que al mismo tiempo suelen adolecer. Hay algo triste, muy triste, en todas las afirmaciones que preceden a esta frase. Hay también varios felicidades encerradas en esos "libros de correspondencia" guardados en mi gmail. En mi condición epistolar, puedo afirmarlo, fui muchas veces feliz. Alguna vez, cuando el tiempo me sobre, me dedicaré a clasificar y a rescatar del olvido aquellos envíos y recepciones memorables, y si el tiempo jamás llega, espero dejar a más de un conocido usuario y contraseña para que puedan realizar esa tarea si en algo les importa hallar una justificación de mi vida. Seguramente, además, en mi casilla ellos encuentren mucho más acerca de mi existencia que en los registros que haya dejado, cuando ya no sea, en este mundo.
Etiquetas:
sexo
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