Los británicos han depredado sus ínsulas originales, y asimismo han obrado en cuanta colonia poseyeron. Traficantes tradicionales, además, de esclavitud, y mercaderes de la naturaleza, son también los principales promotores de organizaciones no gubernamentales que promueven el cuidado del medio ambiente. Naturalmente, los Estados Unidos también siguen estas prácticas, y ahí lo tenemos a Al Gore cacareando el apocalipsis, especialmente si los países emergentes se permiten emerger. Pero volviendo al asunto original, los británicos, veamos la preocupación de este tipo en abril del 82.
Su preocupación no es por las bajas que sufrirán los kelpers por obra de los milicos anglosajones, menos aún por las vidas humanas en juego en el conflicto que la señora Thatcher ha resuelto, para beneplácito de la Falkland Islands Company (dueña, en los hechos, de las islas, en 1982). Por otra parte, se observa cómo el "ecologista" ya sabe lo que vendrá, aunque todavía se esté teóricamente negociando una salida diplomática, con el tipo ese apellidado Haig a la cabeza. Todavía, ni siquiera, los ingleses hundieron al Belgrano fuera de área de exclusión, matando a más de 300 personas; crimen de guerra, declaración de las intenciones de la FIC y del Reino Unido de qué es lo que desean hacer en el Atlántico Sur.
La respuesta de la vieja Thatcher al "ecologista" preocupado por los pingüinos y albatros no deja de ser considerada. A ella tampoco le importan las vidas humanas.