El puente que miramos es el Transbordador Nicolás Avellaneda, hecho de hierro abulonado y que, entre 1913 y 1947, unió La Boca con Isla Maciel, donde por algún lugar he leído que por entonces abundaban las casas de citas adonde iban a debutar muchos proyectos de hombre de Buenos Aires. Pablo Wilk, secretario del juzgado federal de Quilmes, meses atrás me dijo con respecto a este brazo monumental que "ya está decidida su puesta en valor" para recuperarlo. En un rato me agregará que sigue en pie esa puesta, pero que habrá que resolver primero el tema del gasoducto que se eleva junto a los fierros del puente y cruza el río hasta la Ciudad Autónoma.
Hacia las 10.30, aproximadamente, una Sprinter blanca que en su parte trasera tiene escrito en rojo "Morón" llega con Armella. En ella también vienen varios secretarios del juzgado federal, entre ellos el mentado Wilk y Fernando Minguillón, con quien hice, a principios de este año la primera recorrida por el camino de la ribera provincial. Para cuando esto suceda será tanta la gente reunida que dará la sensación de que el juez ha venido a dar un recital. Entre esa gente distingo a Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda; al secretario de Planificación Estratégica de ACUMAR, Carlos Balor; y al presidente ejecutivo, Oscar Deina, que el domingo a la noche lo vi en un programa de TN. También se han multiplicado los funcionarios provinciales y de la Autoridad de la Cuenca (casi todos llegaron en camionetas), los periodistas de medios más bien invisibles, online, y hay un tal Alejandro que me saluda, que yo identifico a medias, y al que disimulo conocer a la perfección. El fotógrafo, por su parte, identifica a un Javier no sé cuánto, capo de medioambiente o algo así del gobierno de la Ciudad Autónoma; este se acercó, nos saludó. Y es demasiada gente, sí. Demasiada. Y toda ella ya sigue al juez hacia donde obreros trabajan en el camino de sirga de Isla Maciel.
La vez pasada, le cuento al fotógrafo, en la otra recorrida, le cuento, fue igual, pero el juez dijo que quería empezar desde más atrás, desde donde arranca este lugar de Avellaneda, más hacia el Este, y desde donde debería arrancar el camino de sirga, junto a la firma Exlogan, una de las empresas que fue señalada por ACUMAR como agente contaminante y que según el listado que figura en la web ya tiene presentado y aprobado su PRI (Plan de Reconversión Industrial) para no contaminar más. Exlogan es algo así como una terminal de contenedores, y eso se ve desde lejos, contenedores anaranjados y azules, y también blancos, que son ubicados por una máquina complejísima y monstruosa que produce un ruido de sirena mientras maniobra. Se ve asimismo, a la entrada del predio que ocupa la firma, que fue derribado un muro para allí emplazar un portón metálico, entretejido. En lo que de muro queda puede leerse la pintada de una fecha, ya no recuerdo cuál, y bajo ella el anuncio de que ahí, junto a ese muro, en ese lugar, se realizará una misa en memoria de "N.C.", y ya más nada puede leerse porque el resto de muro ya no existe, aunque es evidente que se trata de Kirchner, omnipresente en esta margen provincial del Riachuelo, como su mujer Cristina Fernández, que también tiene su pintada, metros al sur, en otro muro.
Pero el juez esta vez resuelve que directamente todos nos subamos a nuestros móviles para empezar la recorrida. Desde que bajó de la Sprinter (saco azul, pantalón gris, largos zapatos al tono) dirige nuestras voluntades. Le falta la égida para ser Júpiter por estos lados del planeta, y nadie discute su poder. Un poder que él demuestra llevar con soltura, cómodamente, bajándose al llano pero sin que aquél se le pierda. Todas las miradas hacia él se dirigen. Todas las cámaras. Todos los oídos. Durante la excursión que de aquí a poco se iniciará, Armella dictará dónde detenerse, dónde seguir, y amonestará cuando lo crea necesario a quien lo crea necesario, y dará sugerencias hasta forestales a quien tenga ganas de dárselas.
Un apunte más antes de comenzar la recorrida. "Sirga" es una maroma (cuerda gruesa en este caso) útil para arrastrar embarcaciones en los ríos desde la tierra firme. Es por ello que así es llamado el camino que a uno y otro lado del Riachuelo se va abriendo. Seguramente años ha así eran conducidos los barcos por este curso de agua de poca profundidad. Armella se ha basado en esa voz y en lo que el Código Civil reza para ordenar la demolición de todo aquello que obstruya el camino ribereño.
El artículo 2369 de ese cuerpo legal reza:
"Los propietarios limítrofes con los ríos o con canales que sirven a la comunicación por agua están obligados a dejar una calle o camino público de 35 metros hasta la orilla del río, o del canal, sin ninguna indemnización. Los propietarios ribereños no pueden hacer en ese espacio ninguna construcción ni reparar las antiguas que existen, ni deteriorar el terreno en manera alguna".
Y el 2640 agrega:
"Si el río o canal atravesare alguna ciudad o población, se podrá modificar por la respectiva municipalidad el ancho de la calle pública, no pudiendo dejarla de menos de 15 metros".