2.10.09

No todo lo que está en internet existe

Toole se suicidó el 26 de marzo de 1969, después de desaparecer de Nueva Orleans, poniendo un extremo de una manguera de jardín en el tubo de escape de su coche y el otro en la ventanilla del conductor. La nota de suicidio que dejó fue destruida por su madre, que hizo declaraciones confusas sobre sus contenidos generales. Fue enterrado en el cementerio de Greenwood en Nueva Orleans.

No porque me resulte un personaje querido debo decir que Mauricio Salvador esgrime su honestidad brutal frente a ciertos movimientos, y que lo hace sintéticamente y con alguna altura. Creo que vale la pena leer su pequeño post que aquí linkeo. Que habla en definitiva de la condición humana y de los fuegos de artificio y de la necesidad de pertenecer contrapuesta a cierta actitud huraña hoy definitivamente no bien vista. Dicho sea de paso, la reflexión de Mauricio me refuerza un pensamiento que vengo arrastrando por estos días. Pareciera ser que al escritor, además de escribir, se le exige cierto don de carácter o de personalidad, más bien asociado al optimismo y a la capacidad de asociación con otros, incluido todo el marketing. Y quedan así fuera los inadaptados a estas dinámicas, es decir, todos aquellos que no por falta de buenos textos, sino de buenos ánimos, lentamente van quedando fuera de la relativísima fama que ofertan estos tiempos. No se trata de justificar al inepto con la escritura, sino sí de rescatar de esta maquinaria marketinera e hipócrita a aquél que por simples disfunciones psíquicas o de carácter no puede enrolarse en el difícil mundo de las promociones, las acciones de prensa y los colectivos literarios variopintos. Tampoco esto es una impugnación a esas maquinarias. Es tan sólo una petición de apertura hacia el distinto, hacia el minusválido temperamental que no puede consigo mismo y que, en materia literaria, en algunos casos, logra cosas interesantes, apartado, marginal, romántico. Por supuesto, estos enfrentamientos entre incluidos y excluidos va mucho más allá de la literatura. Entre amiguismos y asociaciones por interés se suelen armar gabinetes, por ejemplo. Pero no es ni por asomo lo mejor. La unión hace la fuerza y eso es muy cierto. Pero debería pensarse un rato en el débil sin tener en cuenta su debilidad e incluso su ostracismo, sus obras pueden ser pésimas, y entonces fuego eterno para ellas, pero también pueden aportar algo bueno y hasta distinto. En palabras más sencillas: si hay un John Kennedy Toole suelto, no estaría bueno esperar a que se suicide. Habría ya mismo que salir a buscarlo por fuera de aquellos círculos literario-esotéricos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario