Las palomas en Congreso llueven. Los pibes que en Congreso se cagan de hambre me matan de tristeza (tengo que pedirle a mi viejo ese listado de lugares donde se puede comer gratis en Bs.As. y hacer algo con eso). Me fui rápido (estaba atacado, últimamente me ataco seguido y tenía miedo de pegar un ay) y como en tiempos no muy distantes por Hipólito Yrigoyen me fui, donde el minimercado chino sigue, donde las Abuelas también y donde está el edificio que tiene al no tan ficticio Estudio Antúnez. Desde ese estudio traté de mandar un fax, no pude.
Vía Editorial Universos, pueden descargar, a modo de presentación remota, un cuento tal como lo verían si compran el libro.
Viva Rita Indiana.
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