15.7.09

RIP

Entraron a la clínica. Él guiado por el bastón, sin poder escuchar lo que le decían. Ella tal vez en silla de ruedas o en camilla. Tenían dinero, tenían fama, tenían respeto.
Fueron ubicados en habitaciones separadas o en una habitación compartida. Ya no importaba. Él hacía tiempo que no podía ver ni escuchar. Ella hacía tiempo que no le hablaba. De algún modo, sin embargo, se comunicaron. Y llegaron al acuerdo. Fue seguramente un papel escrito por él, con los trazos que su mano recordaba y que ella leyó y aprobó apretándole el brazo una noche.
Los médicos luego se acercaron, les clavaron las agujas, les dijeron tranquilos. Y hubo acaso el recuerdo de otras anestesias, de aquella operación nimia que los había dormido, y también sueños y arrepentimientos. Pero que ya con nadie nada nunca podrían compartir.

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