8.3.09

Una señora indignada

Barbuda y gorda, salió del cine echándose pedos e irritada, pero no por la injusticia que la película lanzaba, ni por esos niños actores (¿honorarios?) que acaso aún vivían para la mierda ni por la poca bola a que a un tal Sen, compatriota suyo, le daban. No. La señora salió furiosa por la falta de verosimilitud, un drama humano que nos puede llevar a la autodestrucción, claro.
Igual ya le contestaron.

(((Una queja aún más surreal fue la interpuesta por Mercedes-Benz y Coca-Cola cuando se enteraron de la aparición de sus productos en la película. En ella los gángsters manejan lujosos Mercedes grises, y los tratantes de niños se ganan la simpatía de sus víctimas ofreciéndoles una coca fría en medio del insoportable calor. Las marcas pidieron que se borraran los logos. Su uso en ese contexto, decían, dañaría su reputación. (No tanto el hecho, a juzgar por la queja, de que la mafia hindú en realidad maneja Mercedes-Benz o de que una coca es el único refresco presente en los rincones más infectos del mundo.) Políticos y autoridades (y hasta el actor idolatrado por el pequeño Jamal) reprochan a Boyle el hecho de presentar “sólo una parte” de un país cada vez más moderno. Ninguno, a fin de cuentas, ha acusado al director de falsear la realidad.)))

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