26.10.12

Cool

Por supuesto, siempre las tapas duras dan más aires de decencia.
Y por supuesto, la autoedición tiene aires de fracaso.
Más aún cuando no hay dinero. Ingresos. Ni besos de chicas que quieren conocerte.
Pero, independientemente de lo anterior, no deja de sorprenderme que con una estrategia de difusión torpe, diría que hasta estúpida, sea posible, en dos días, esto es, 48 horas, lanzar un librito, lograr cuatro lecturas concretas y saber que otras más de 120 lo son potencialmente. La comparación con la industria editorial, sea independiente o monstruosa, es atroz, en términos de literatura o de como se llame eso. (Más todavía si tenemos en cuenta a aquellos que pagan por formar parte de un catálogo, por pedorro que este sea).
Por otro lado, o por el mismo, si un libro en una editorial modesta tiene 500 ejemplares de tirada, ya la distribución es otro serio problema con el que se enfrenta el editor, quien necesariamente debe ser amigo de libreros dueños de librerías cool donde gente cool se vea tentada por novedades disfrazadas o genuinamente cool. De lo contrario, esos 500 ejemplares están condenados al olvido o, en el mejor de los casos, a ser alguna vez mencionados por algún crítico cool que sea amigo o conocido del mundillo cool del librero y el editor. Esto y publicar para entregar/vender los ejemplares a las tías viejas, a los primos de los primos y a los hermanos de los padres de las segundas mujeres de nuestros nietos es más o menos lo mismo. Pero menos cool, claro. Queda, no obstante, la situación anacróncia y antimoderna y por ello adorable de aquellos editores que editan por amor al arte, pierden dinero por amor al arte y logran cierto eco entre la gente también por amor al arte. Yo conozco por lo menos un par.
En el caso de Esa noche, a eso iba en definitiva, en dos días lograr cuatro lectores es casi como meter un hit. No se trata de alguien que escucha una canción de dos minutos, sino de gente que se somete a la tortura de un librito, que, no por corto, no deja de suponer cierto embole y cierto esfuerzo. Mi gratitud desde aquí a los exluchadores y exgimnastas y exinstructores de Golpes y Patadas, que aunque habiendo obrado de pésimo modo como editores, producen frutos increíbles, como esos árboles horribles que se transforman en bellos paraísos cuando llega la primavera, con sus florecillas tan olorosas y tristes y que tan pronto mueren.
Posdata, pueden descargar directamente el pdf de Esa noche en este link.

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