21.4.12

A nadie nada le interesa

Estoy esperando el partido de River. El fútbol logra eso que ni las pastillas ni la fe cuando de tu equipo se trata. Te quita la pesadumbre, al menos hasta el primer gol que te meten. Y aunque así continúe la historia, con una derrota hasta el final, nada habrá durante los noventa minutos de juego más importante que esos noventa minutos de fútbol. El fútbol, en estos casos, es una pequeña revancha contra la mortalidad y todos sus derivados: las injusticias, las patologías, los pecados, etc. Quiero, además, que hoy gane River. Tuve una semana con serias complicaciones intestinales. Y con otras tantas financieras. Mis intestinos y me singular cuenta bancaria dieron todo lo que tenían y ya casi nada tienen y no debo permitir que ese detalle me baje todavía más las defensas, me deteriore todavía más el ánimo. La médica de guardia me dijo ayer "lo suyo es emocional". Y la expectativa que me despierta el partido que se avecina es una bendición. Si River, tras los noventa minutos gana, me dará fuerzas para reponerme un poco más todavía y retomar lo que abandoné durante esta semana que terminó, cuando mis intestinos y mis finanzas entraron en crisis. Si pierde, me habrá ayudado a eludir noventa minutos de tedio y preocupación.