10.6.11

El Flaco

Podría llamarse involución. O señal de que, así espero, cuando la vejez me humille, voy a seguir siendo en alguna parte el solitario que fumaba cigarros negros en la pieza de servicio de mi casa paterna mientras intentaba escribir la novela kilométrica de un pastor que, tras su llegada a un pueblo, era acusado por traer con él la inundación y la peste.
Si algo estuvo siempre por ahí dando vueltas fue Luis Alberto Spinetta. Me lo hizo conocer un amigo ya muy lejano en tiempos del secundario, cuando todavía no había grandes pretensiones de novelas y pastores, sino poemitas bobos que procuraban no rimar pero rimaban igual y así de feo.
Ahora, que no duermo, que trabajo, que no duermo y vuelvo a trabajar. Ahora que llegó ese solitario hasta acá, miles de años después y con unas cuantas cosas buenas y una serie bastante importante de pecados. Ahora, acá, también, otra vez, persistente, El Flaco.
Lo vi una vez, lo tuve cerca. 1998. Y tengo algunos casetes hechos mierda. Y algún CD, que también ya es una antigüedad. Y lo tengo en esto tan perverso que es un blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario