12.4.10

Levrero, Nick Carter, Úrsula y Zamudio


Leí de un tirón la novelita que en la imagen aparece -Mario Levrero. Nick Carter (se diverte mientras el lector es asesinado y yo agonizo). Mondadori. Buenos Aires. 2009 (1973). La compré en el Abasto el jueves que andaba ahí haciendo tiempo por motivos que no pienso contarles y la sensación fue ambigua: una muy bonita portada, un tipografía inmoral en su interior, o acaso ideal para personas casi no videntes, pero que, antes que pensar en la discapacidad, lo que hace es simplemente hacer que el libro cueste $45 y no menos. Son 160 pp., pero podrían ser 80 o menos. No se puede poner esa tipografía y ese interlineado.
Fuera de esas cuestiones formales (especialmente lo de tipografía me irrita sobremanera, no es el primer libro inflado que veo de Mondadori y no sé realmente qué es lo que buscan), el estilo de Levrero es entretenido, disparatado y todo lo que ya se haya dicho, al menos de este libro en cuestión. Y amén de que se trate de un folletín, yo más bien lo que antes creí haber estado leyendo mientras, valga la redundancia, leía el libro, fue antes que otra cosa el argumento de un guionista que ha dejado olvidado en la mesa el ilustrador, un argumento que cuenta con un sentido del humor particular (en algunos casos malísimo y en otros muy eficaz).
Teniendo en cuenta que fue escrito 37 años atrás, digamos que ahí, desde esa perspectiva, es preciso sacarse el sombrero, porque no sé quién podría publicar a un tipo que escribía así. No porque fuera malo. Sino por cosas que también ya se han dicho en miles de partes, como que escribía raro. Ahora bien, que raro sea sinónimo de literatura naturalmente no es así. Y no me ha desvelado el librito, quiero decir. Me sirvió, nomás, para pasar el rato, todo un mérito, ojo: hay libros que ni para eso sirven. Tal vez un caso sea el borrador de la triste historia de Úrsula y Zamudio, que aquí continúa.
Sí es necesario puntualizar el engaño al que me sentí expuesto por la tipografía. Me hubiera gustado un libro más finito, con menos pretensiones formales. Le hubiera hecho justicia incluso a los propósitos de su autor, que en esta obra son nada ambiciosos, son bien concretos. La próxima no voy a acercarme a preguntar qué libros de tal autor tiene el librero, voy a gastar más tiempo y si encuentro tipografía catorce busco la forma de hacérmelo sin pagar.

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