11.8.09

Temporada de sueños perturbadores

La temporada de sueños perturbadores se inauguró 15 días atrás, cuando me metí en el cuerpo de un hombre que está muerto desde hace más de 20 años. Involuntariamente. Este segundo sueño que ahora voy a repasar para ver si así un poco calmo la resaca que me dejó tiene características estructurales parecidas: hay un desmanejo de la voluntad notorio, hay hechos que realizo y que me asustan, hay una exposición al peligro sin sentido y un peligro real y un abandonar la escena sin que tenga tiempo de reparar un poco las cosas.
Estoy en el departamento de X, que se ha decidido alquilar. Todavía tengo llave de ese departamento y entro en él no sé a qué, la luz de una lámpara es casi anaranjada. Busco unos papeles pero ignoro la razón.
Aquí el desdoblamiento no se funda en mi mutación en un hombre muerto sino en que soy yo pero al principio las acciones me las maneja el otro, que también soy yo, el que ya está en la trama del sueño parece ser que desde hace rato. Es decir, el yo del sueño fue al depto para algo y ese algo comete y entonces yo aparezco en mí dentro del sueño y mientras el yo del sueño sabe qué hace yo no sé qué hago. Hasta que la unicidad se pronuncia cuando el inquilino abre la puerta.
Es un momento nomás el de esa unicidad, el momento en que le pido disculpas, el momento en que le explico que tengo cierto lazo familiar con X, que ya me iba, que otra vez por favor me disculpe. Entonces recuerdo, y esto ya no es unicidad, es como si el yo del sueño me lo recordara, recuerdo que mi inquilino es el novio de una novia que tuve. Él, que es flaco, que lleva barba de tres o cuatro días, que es morocho, que tiene la nariz aguileña como la de un tipo que en otros sueños es mi matador en la antigüedad (en la antigüedad yo soy un horticultor y vivo en una casilla de madera), él me dice que ha de estar por llegar ella, a lo que yo no espero más, salgo al pasillo, espero al ascensor. Pero el tipo no cierra la puerta, suena el portero eléctrico, algo hay en la planta baja, algo -dice el tipo- que nos va a matar a todos los del edificio. Es un edificio alto, muy alto, y el edificio está cerca de la terraza. El portero eléctrico tiene cámara en el sueño. Alguien habla al portero eléctrico pero por la cámara sólo hay vereda y autos estacionados.
Bajo por la escalera, le digo al novio de la que fue mi novia "tranquilo, conozco el edificio". Y desde los escalones que unen la planta baja con el primer piso espero. Nada en la calle, en la vereda. Sólo esos autos. Hasta que la que fue mi novia mete llave a la puerta, la abre y yo sin saludar ni nada salgo disparado y veo a un morocho que tiene una voz con curva, que se curva hacia el micrófono del portero eléctrico, que habla y que sigue amenazando apoyado en el frontis del edificio, donde no llega la cámara. Los dientes separados tiene. Un abrigo gris, pantalones negros y holgados.
Luego me despierto y ya no puedo dormir. Luego pienso que a esa que fue mi novia algo le estará pasando o que pronto le pasará. Y me angustio y pienso en la pérdida de la gracia santificante y en la lejanía del paraíso y en mi alma enferma. Pienso que si algo le ocurre, que entonces yo seré partícipe de su condena, en ningún momento creo que de su salvación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario