25.4.09

1. Advertencia


Recibí a la tarde, en un sobre difícil de ver —amarronado, con pequeñas líneas horizontales, como las rayas del saco de un mafioso—, el libro de Javier Moreno. Lo definitivo y lo temporal (inventario de objetos perdidos). El libro venía acompañado de: a) una tarjetita infantil con unos chistes también infantiles, b) una especie de estampilla de la librería colombiana en donde seguramente Javier, de paso por su país, tuvo la gentileza de comprar su propio libro para mí, y c) un papel y en el papel unas pocas palabras de Javier, donde lo que importa es que recuerda que yo le dije, leyendo los primeros cuentos en un pdf que me envió hace un tiempo, que me parecía un libro raro. "Espero que te guste o que al menos te siga pareciendo raro", me escribe Javier en ese papel.
Acabo de terminar "Advertencia", el primer texto del libro. Y sí, ya comienza siendo raro, muy raro. Porque es un cuento sin un personaje definido. Porque da la engañosa impresión de parecer uno de esos tips prácticos al estilo de Cronopios y Famas. Porque tampoco es eso. Y porque el estilo de Javier tiene una levedad que de a momentos parece desdeñosa y de a momentos más bien parece peligrosa, tan peligrosa (volviendo a la comparación del principio) como la conminación de un mafioso a hacerle caso.
Eso es. Quizá el estilo de Javier sea un estilo mafioso, apartado de sentimentalismos, de violencia y de golpes de efecto. Porque no parece necesitarlos. Porque sus mensajes son tan contundentes como los de un tipo que te dice "hacé lo que quieras, pero mejor haceme caso".
En esa frase, de algún modo, está lo que es "Advertencia" y lo que es J.Moreno escribiendo ese cuento. Un tipo decididamente molesto para un lector como yo tan dramáticamente supersticioso.
Termino. En el papelito adjunto al libro, Javier se aproxima a oponer "gusto" con "raro". Creo que no es así, que son cosas distintas. Peras y manzanas. Creo que a veces el gusto no es lo que importa. Nadie disfruta, creo yo, haciendo ciertas cosas. Y sin embargo las hace con alguna sensación inédita de extrañamiento, y es en ese extrañamiento, en esa rareza, que se aloja alguna especie de la felicidad. Supongo que así se comienza, por ejemplo, a ser travesti o escritor. Y sé que también así, de esa forma, se ha iniciado mi lectura de Lo definitivo...

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