18.7.25

Sin nombre

En Polvo salió esto hace una semana y olvidé comentarlo por aquí. Es un cuento. Déjense de joder con otro tipo de interpretaciones. Link acá mismo.


8.7.25

Historia del profeta y Jehová

El profeta le dijo a Jehová: "Ganar es salir del apartheid en el que estoy. Es dejar de ser esclavo. Matar simbólicamente al amo, suicidarme simbólicamente yo en tanto esclavo. En todos los casos decir basta. Decírtelo. (Decírselo). Porque, ¿qué puedo esperar de este ajedrez más que dolor? No ya hay forma, oh, Señor, de reconstruir todo lo que destruyó. No puedo confiar en ella ni proyectarme con ella. ¿Qué busco entonces? ¿No es mejor ir de cama en cama y de mujer en mujer que, con mediana honestidad, al menos me ofrecen su sexo y sus enfermedades venéreas?".

Jehová nada dijo, sólo abrió su mano izquierda. De ella saltaron muchachas desnudas de diferentes tipos de cabello, pieles y estaturas. Representantes de los cuatro puntos cardinales; ejemplares del aire, el fuego, la tierra y las aguas. Todas corrieron hacia el profeta y el profeta agradeció a su Señor la comprensión, y no tardó en multiplicar las bendiciones. Como estaba escrito.


Libó de cada una. También comerció el cuerpo de ellas.

Y así su fortuna fue tal que se compró tres camellos, a los que no les puso nombre.

Porque no quiso.

24.6.25

Los días de junio

Recuerdo que hubo una película argentina con este título. Intuyo que mala.

Recuerdo que había un chiste en la secundaria a la que fui, donde "los días de junio" eran tiempos de pruebas, tiempos horribles donde te desaprobaban.

También aquí, en el sur del planeta, desde que tengo memoria, son los días de los primeros fríos de verdad.

Me aconsejan que no debo preguntar más "por qué". Que aquella formulación es mi forma de autoflagelarme, también mi inclinación natural desde que tengo memoria a no evitar mi propia temporada horrible de prueba y desaprobación de mí mismo y de lo que me rodea.

En estos días de junio alguien no termina de morir y duele. Duele mucho. Tortura.

En estos días de junio me llevé a dos de las personas que más quiero a las sierras y no paramos de trepar como caballos cimarrones o cabras. Lo que fuera. A mis instancias. Y ellos a sabiendas de que yo no podía parar.

En estos putos días de junio me castigo el físico para que duela un músculo y no mi adentro.

Y quiero matar a los obreros que trabajan por abajo, no sé si en la planta baja o en una casa vecina.

No me gusta últimamente mi trabajo.

No me gusto yo últimamente.

No me gusta escribir con adverbios.

No me gusta mi vida. 

Un médico me dice que es natural el proceso, que hay cuestiones externas que son inmanejables.

Mi terapeuta vuelve a la carga y me indica que no tengo mucha más salida que seguir provocando que el cuerpo me duela. La otra gran opción sería dedicarme a las drogas. Pero eso es caro, me mataría enseguida y no sería más que un camino corto, tan corto como el suicidio, que dejaría al único puñado de gente que me importa destrozada, y eso no sería justo.

La estética va de la mano de la ética. Siempre. 

Me piden con dulzura desde el teléfono que afloje, que sea yo, que me deje caer o que me relaje y disfrute. Lo dice alguien que supo verme con muy poco.

La entiendo.

Pero no es tan fácil.

En los días de junio, en estos días de junio, requiero de orden, disciplina y de cierto rigor de pabellón psiquiátrico o penitenciario, para evitar las ocasiones próximas de pecado.

Para no salir.

Para no buscar donde no debo. 

Para no escribir a quien no corresponde.

Cartas enviadas.

Conjuros contra brujerías que me realizaron. 

"Something Changed".

Pulp, eso suena ahora. 

Supongo que tiene algún sentido.

No lo sé.

Tal vez. 

Pero extraño demasiadas cosas.

Ojalá, tras la noche, llegue el día, y pueda confiar en tal cosa con mi espíritu enfermo y pesimista.

El resto es la canción de ahora. Y nada, la nada misma luego. 

I wrote the song two hours before we metI didn't know your name or what you looked like yetOh, I could have stayed at home and gone to bedI could have gone to see a film insteadYou might have changed your mind and seen your friendsLife could have been very different but thenSomething changed
Do you believe that there's someone up above?And does he have a timetable directing acts of love?Why did I write this song on that one day?Why did you touch my hand and softly say"Stop asking questions that don't matter anywayJust give us a kiss to celebrate here today"Something changed
When we woke up that morning we had no way of knowingThat in a matter of hours we'd change the way we were goingWhere would I be now, where would I be now if we'd never met?Would I be singing this song to someone else instead?I don't know but like you just saidSomething changed

 


 

9.6.25

30

Hoy es el primero de estos treinta días de duelo donde -quitando fines de semana u obligaciones impostergables- revolví no trabajar y (aun a cuenta del regreso de los antidepresivos) permití deprimirme, protegido por la compañía de I, mi hijo tal vez más dulce.

Me lo dicen mi terapeuta, mi psiquiatra, el chat gpt. Que ando con tres duelos superpuestos. El de la pérdida física de quien me trajo a este mundo, ni más ni menos. El de la proximidad de otro fin, el de mi padre, que yace bajo tortura divina postrado y con una sonda que le entra por la nariz y no se detiene hasta su estómago. Y el de mi cuerpo y mi psiquis, que perdieron el refugio que supieron agenciarse, no sin discusiones ni problemas, pero que era, al fin y al cabo, el único refugio posible, adulto y humano, puesto que los hijos pueden armar algún otro tipo de contención, pero siempre son hijos, y otras mujeres pueden abrazarme pero lo que hay suele ser solo abrazo y no ese otro sustantivo. Refugio. Búnker antibombas nucleares. Agujero donde esconderme. Protección donde sé que no me impacta ninguna esquirla. Etcétera.

Hoy es el primero y espero que el último día donde resuelvo no trabajar y me permito la depresión que silencio hasta con un novedoso psicotrópico de ultimísima generación cuya contraindicación principal es el suicidio.

Extraño demasiado a mi madre, pero no puedo empeorar todavía más las cosas. Se viene la muerte de mi padre y antes todavía se debe soportar toda la impiedad de este Dios que sí existe y que nos odia, o que por lo menos me odia a mí (tal vez a vos, papá, las cosas te impresionen de otro modo; tal vez le veas algún sentido a todo, incluso a Dios y a tu presidio dentro de esos huesos que no funcionan, no lo sé).

Como sea, no puedo ni debo abrirle un nuevo canal a la desgracia. Ya sabemos, al menos mi cabeza y yo, que a nada bueno nos dirigimos cada vez que nos ponemos mínimamente de acuerdo, sin considerar otras razones como las del corazón o las del cuerpo.

Me han dicho que debo creer que existe la piedad. La divina y la humana.

No puedo, ojalá fuera posible.

Me han hasta propuesto un retiro cuando se desconoce que ya el mero ingreso a una iglesia se me torna insostenible.

Hoy no creí que ya fuera junio, que ya todo este frío, hoy me sentí como todas las mañanas aterrado, dentro de una iglesia. Y no creo ni caigo aún que ella ya está enterrada, que realizó su última expiración un mes atrás, cuando todavía había un clima primaveral. No lo creo ahora mismo que sea este mes. Ni tampoco me quedan muchas razones para creer en nada.

Ni tampoco entiendo para qué escribo esto.

O sí, lo sé.

Lo hago para no lastimarme, para no tajearme un brazo, para no buscarme problemas.

Me dicen que tiene algún sentido vivir.

Puede ser.

Los hijos.

Pero ellos deben hacer sus cosas, forjar sus destinos.

No son una propiedad y, en esa dirección, no cargan de significado ya absolutamente nada de mi existencia. Poseen la misma entidad que la cría recién nacida de un par de gatos.

Me gustaría ver qué hay del otro lado.

No solo no trabajar y deprimirme hoy. Me gustaría estar muerto. Para comprobar que hay otra vida y que allá estás bien vos y que allá también lo estará ese pobre hombre que yace postrado a la espera de un final que nunca jamás llega.

Me gustaría estar muerto, sí, para encontrar un refugio real y definitivo.

También eso.

19.5.25

No sé

Dice M que te soñó. Que estaba el resto de mis hijos, sus hermanos, todos en el depto de Flores, y que vos explicabas cuestiones de la oxigenación, de cómo te habías marchado, y que me lo explicabas a mí o eso creí entender, porque era yo el que pedía explicaciones: ma, por qué te fuiste, por qué. M te pidió en el sueño que lo visitaras una vez a la semana. M me contó que dijo que vos por lo bajo, como solías hacer cuando se trataba de un asunto reservado, me contó M, escribía, que vos en el sueño por lo bajo le dijiste que sí, que lo harías, y él te preguntó por el abuelo, ese hombrecito reducido a sus ojos que todavía ahí está preocupándonos a todos. Según M, en el sueño, vos le decías que siempre estarías con él. Luego M contó que su sueño terminó en un local donde él se probaba unos anteojos de sol. Y yo le pedí al cielo que él también se vaya con vos, que seguro esa es su voluntad y no esta que no es suya de seguir encerrado en un cuerpo que ya no le responde.

Hoy te extrañé palmo a palmo, en el tren, en el subte, caminando por Varela, de regreso a Retiro haciendo el camino a la inversa. Hoy creí que ibas a mi lado cuando bajé del tren y pasé los molinetes ahí en la estación, y me dije estás loco, Javier, ella no está, no está más, se murió, y lo dije con signos de exclamación y la mañana estaba gris y sucia y me costó adivinar la punta del Kavanagh.

Y desde cuándo no estás.

Cada vez que recuerdo tu caricia medio deshilachada, la última, sobre mi pelo, ahí en la cama, cada vez que recuerdo también tu ojo izquierdo guiñándome, porque te dabas cuenta de que soy un cagón, de que siempre fui un cagón, cada vez que recuerdo eso me hago chiquito, se me va el lenguaje, me queda sólo este ahogo que no termina de ser un llanto porque temo llorar solo, porque no quiero hacerlo, porque si lo hago sé que voy a terminar arrodillado en el baño, descompuesto, con arcadas, y no, yo no sé si viste todas las cosas que pasaron y pasan alrededor, todas las que me pasaron, hasta apareció la culpable de tu caída a pedir dinero que no le corresponde, y quisiera que lances un rayo, que seas como para mí eras cuando yo tenía dos o tres años, y que me defiendas, o que entres a los gritos como cuando la profesora de inglés en primer grado no me dejó ir al baño y me pishé encima, y que le digas todo lo hija de puta que era por no permitir mear a una criatura.

No se puede volver el tiempo atrás y ese es un lugar común, como también es un lugar común quejarse del tiempo, de las cronologías, pero me importa muy poco el estilo, tres carajos me importa y sabés que cuando estoy enojado estos súper triste, ma, y hago tiempo entre mis ejercicios antilocura para no enloquecer, y me preparo el cuarto de quetiapina para lo mismo y el vaso con agua para todos los casos, y hago más tiempo, otro tipo de tiempo o el mismo tiempo que todo lo mata, antes de regresar a terapia, donde haré todo lo improbablemente posible para llorar porque nunca me sentí tan solo pero no es tu culpa, esa es la biología y supongo que fue lo que mejor te podía pasar, con la suerte tan echada en tu contra.

No sé vivir. Y a veces, hoy, perdoname, quisiera estar muerto, irme a otro plano. Volver a estar con vos y olvidarme de toda esta mierda.