22.12.14

Interrogantes más odio

Sigo preguntándome por mi futuro inmediato. ¿Qué hacer? ¿Adónde ir a parar? ¿Cómo tolerar esta soledad maldita a la que estoy condenado? Ya lo escribí, creo: quisiera volver a ser yo o reinventarme. Y  mientras esto escribo aislado, escucho la voz de la evangélica y ya me da náuseas. Es una máquina de hablar y llenar de exclamaciones lo que dice. Un gordo excocainómano le grita que se calle. Pero ella sigue. Es fácil pensar en asesinar a alguien molesto en el encierro. La convivencia se torna dura, insoportable. No quiero salir de mi cuarto, pero necesito fumar. Y hay escasez de encendedores. Veré si el gordo, a quien algún temor le tienen, logró encender un cigarrillo para pedirle fuego. Esto es el infierno. Y hoy no tengo más ganas de escribir. Que me perdonen los "profesionales" de la "salud".

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