1.7.13

Leyendo a Castellani, lo único interesante para mí ahora mismo

Dice en El Evangelio de Jesucristo, nomás al inicio, algo referido a los "nabís" y "meturgemanes" hebreos, recitadores, al fin y al cabo, de las historias que les eran transmitidas, "depositarios del Tesoro (espiritual y moral) de la raza", y que "Cristo fue uno de ellos".
Ya en el segundo párrafo añade que estos nabís y meturgemanes no eran un fenómeno propio del pueblo judío, sino que existieron como rapsodas griegos, brahamanes hindúes, poetas árabes, "guslares" rusos, ritmadores touaregs, juglares de la Edad Media, y así hasta llega a los payadores criollos.
Da enseguida pruebas de ello. Cita a Fr. S. Krauss, "psicólogo alemán investigador de las facultades mnemónicas de los guslares".
Hay otra condición común entre todos estos versadores de la historia. Utilizan distintos recursos, pero no la distorsionan. De hecho, sin esa cualidad capital su tarea de nada hubiera servido.
Más adelante, Castellani remata apenas la página 14 de su libro con esta sentencia: "Cicerón tenía tres esclavos taquígrafos que lo seguían a todas partes apuntando todo lo que decía; Cristo lanzó sus recitados al viento, aparentemente; en realidad los depositó en receptáculos vivientes más fieles que un taquígrafo", y agrego yo, que un esclavo. "Varias obras escritas de Cicerón se han perdido; la Palabra ha permanecido".
¿Quién será mi meturgemán, mi nabí? ¿Existirá tal cosa? O solo nos quedan los biógrafos y los periodistas. ¿Y si es así de cierto, tanto ha caído la humanidad, tanto y tan bajo?

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